Bebida energética

¿Son peligrosas las bebidas energéticas?

La entrada de hoy es la respuesta a una pregunta de Juan, que ha leído por ahí algunos correos electrónicos alertando sobre los supuestos peligros de las “bebidas energéticas” (Red Bull y similares). La pregunta de Juan es: ¿Es peligroso este tipo de bebidas? Si es así, ¿por qué razón?

Ha habido bastante controversia con este tipo de bebidas, que han llegado a ser prohibidas en algunos países tras la muerte de alguna persona supuestamente en relación con una de ellas (aunque no se ha probado científicamente la causa). La verdad es que, leyendo correos como los que menciona Juan, te asustas. Pero apliquemos, como siempre, la fría lógica al asunto: en primer lugar, ¿qué hay en una bebida energética?

Aunque este tipo de bebidas pueden llegar a tener bastantes ingredientes, el “efecto energético” lo proporcionan básicamente dos: el azúcar y la cafeína (algunas versiones “light” tienen edulcorantes artificiales, de modo que la cafeína es el principal ingrediente activo). Suelen tener otros ingredientes que, o bien son formas de cafeína (como la guaranina o la yerba mate), o bien suplementan su efecto (como la creatina, la taurina o la glucuronolactona, un precursor de la taurina) reduciendo la sensación de fatiga muscular.

De modo que, en primer lugar, el nombre de “bebida energética” es algo engañoso: puedes tomar un par de cucharadas de azúcar y tragarlas con un buen vaso de agua, y obtendrías la misma energía que bebiendo una lata de cualquiera de estas bebidas. Lo que sucede al beber algo con cafeína (lo mismo que ocurre con el ginseng), por supuesto, no es que tengas más energía: es que sientes que tienes más energía por un proceso de neuroinhibición. Si bebes algo para “tener energía” lo único que estás haciendo es engañar a tu cerebro, de modo que estas bebidas deberían llamarse “bebidas engañacuerpo”. Dicho mal y pronto, lo que sucede es lo siguiente:

Cada hora que permaneces despierto (y especialmente si estás fatigado), los niveles de adenosinaen tu sangre van aumentando. Las moléculas de adenosina se asocian a receptores en el sistema nervioso, y cuantas más moléculas están asociadas a estos receptores, más sensación de sueño tienes: cuando duermes, las moléculas de adenosina se van convirtiendo en otro tipo de compuestos y los receptores vuelven a quedar libres. Sí, una explicación muy simple, pero nos basta para este artículo: la adenosina es el indicador que utiliza tu cuerpo (incluyendo a tu cerebro) para indicar que está cansado. Cuando te sientes soñoliento, te cuesta concentrarte y tu nivel de alerta disminuye, es porque hay bastante adenosina asociada a los receptores de tu sistema nervioso.

Molécula de adenosina.
Molécula de adenosina.

La cuestión es que la cafeína, al llegar a los receptores de adenosina, es capaz de asociarse a ellos “haciéndose pasar” por adenosina. Lo que sucede entonces es que la adenosina, al llegar a los receptores, los encuentra ocupados por la cafeína y no puede asociarse a ellos: el resultado es que no te sientes cansado, no porque tu cuerpo no necesite relajarse o dormir, sino porque la manera en la que te lo hace saber ha sido bloqueada. Sientes que “tienes más energía”, tus niveles de alerta aumentan, puedes concentrarte mejor.

De manera que, cuando te bebes un café por la mañana, aunque no hayas dormido lo suficiente y sigas estando soñoliento (traducción: elevados niveles de adenosina), la cafeína engaña a los receptores de tu organismo: no reciben adenosina, de modo que piensan que no hay mucha, cuando lo que ocurre realmente es que hay cafeína cerrándole el paso a la adenosina.

Molécula de cafeína
Molécula de cafeína (alias “adenosina de ful”).

Una taza de café tiene una cantidad de cafeína que puede variar bastante, pero suele estar entre 80 y 100 miligramos. Además del café, la otra bebida más conocida que contiene cafeína es la Coca-Cola, que tiene unos 35 mg en una lata. Pero ¿y las bebidas energéticas?

Una lata de Red Bull, por ejemplo, tiene 80 mg de cafeína, de modo que es equivalente a una taza de café, algo más de dos latas de Coca-Cola. Tiene también unos 27 gramos de azúcar, algo similar a la Coca-Cola, salvo la versión “light”, que utiliza aspartamo como edulcorante. Como ingredientes auxiliares (pero de efecto similar a la cafeína) tiene taurina, glucuronolactona y vitamina B. Otras bebidas de este tipo tienen ingredientes algo diferentes, pero no demasiado. La mayor diferencia entre ellas es que la dosis de cafeína puede variar (Burn tiene unos 110 mg, Cocaine, una de las más cargadas, tiene 280 mg, el equivalente de tres tazas de café).

¿Qué diferencias hay con el café? Pues la verdad es que no muchas: no entiendo bien por qué la paranoia con el Red Bull y no con un buen espresso. Ninguno de los otros ingredientes de las “bebidas engañacuerpo” ha estado asociado a estudios clínicos que demuestren daños sobre el organismo. Sí existen, por otro lado, algunas diferencias indirectas entre el consumo de una “bebida engañacuerpo” de este tipo y, por ejemplo, el café, pero no por su composición química:

En primer lugar, casi nadie se bebe cuatro o cinco espressos seguidos. Sí es posible, y no demasiado difícil (no son latas muy grandes, y son refrescantes) beberse cinco Burns y cosas parecidas. De manera que, aunque el contenido de cafeína por lata no sea mayor que el de un café, la dosis total de cafeína sí puede ser mucho mayor. (Por cierto, la cafeína es un diurético, así que beber un refresco con mucha cafeína para hidratarse puede parecer refrescante, pero no es que sea muy eficaz para hidratarse).

Y, querido lector, apliquemos la lógica, como nos hemos propuesto al principio: si tu cuerpo utiliza los niveles de adenosina para autorregularse y obligarse a buscar reposo y descanso cuando lo necesita, engañarlo para que esto no suceda, especialmente de manera regular, no es demasiado recomendable. Un ejemplo estúpido y extremo, pero espero que revelador:

Imagina que quieres coger planchas de metal incandescentes. No podrías, porque tu cuerpo dispone de un mecanismo autorregulador, el arco reflejo, que retira la mano de la plancha (sin que puedas, probablemente, evitarlo) en cuanto te quemas. Este mecanismo está ahí para protegerte de un daño. Imagina también que pudieras tomar una pastilla de quemazolín, “la pastilla contra el calor”, un compuesto imaginario que evita que los receptores de tu piel sientan el calor y que tú sientas dolor al tocar la plancha incandescente. ¡Qué bien, podrías entonces coger planchas incandescentes sin problemas!… ¿Te das cuenta de la estupidez de todo el asunto?

Las dosis elevadas de cafeína tienen además cierto riesgo (aunque no sea muy grande), porque elevan el pulso, de modo que si tienes problemas cardíacos no deberías beber Red Bullni tampoco café. Pero, una vez más, el supuesto “peligro” no es de que te bebas una lata de una de estas bebidas y te mueras porque sean tóxicas: es el mismo peligro que el de beber mucho café.

En segundo lugar, es relativamente común mezclar estas bebidas con alcohol, y ahí sí hay un peligro considerable (aunque indirecto). El alcohol es un neurodepresor, y la cafeína un neuroestimulante. Si bebes alcohol y cafeína a la vez, la cafeína te hace no darte cuenta de cuánto te ha afectado el alcohol (y hace que los demás no te vean tan borracho), pero el efecto del alcohol sobre tu sistema nervioso sigue siendo el mismo que si no tomases cafeína. Una vez más, el peligro está en engañarte a ti mismo: en este caso, no sobre lo cansado que estás, sino sobre lo bebido que estás. Y no darse cuenta de eso es mucho más peligroso que no darse cuenta de la fatiga, pues puede intentar hacer cosas que no harías si fueras consciente de lo ebrio que estás (como conducir). Pero, una vez más, lo mismo sucedería al beber vodka con café.

En resumen, y en respuesta específica a la pregunta de Juan: este tipo de bebidas sólo son peligrosas, como el café, si bebes una gran cantidad, debido a la alta dosis de cafeína que te metes entre pecho y espalda, pero se trata de un peligro muy relativo. Los correos electrónicos de los que hablas son sensacionalistas y bastante exagerados. Por otro lado, si bebes estos refrescos, sé consciente de que estás consumiendo una bebida cuya composición química está específicamente diseñada para engañar a tu cuerpo.

Lo que deberías plantearte, querido lector (no me refiero aquí a Juan), si bebes grandes cantidades de cualquier bebida cafeinada regularmente, es ¿para qué? ¿Es que estás “cogiendo planchas incandescentes” todos los días, y engañas a tu cuerpo para poder seguir haciéndolo? Porque, aunque tomes quemazolín, quemarte, lo que se dice quemarte, te vas a quemar igual, aunque no te duela.

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Pedro Gómez-Esteban González. (2009). El Tamiz. Recuperado de: https://eltamiz.com/

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